En el Bosque, finales del s. XIX. Foto enviada por Carmela Castro

Cuando dio sus primeros pasos, allá a principio de año, el proyecto  "Carballo na memoria" contaba con unas 70 fotos procedentes sobre todo del archivo municipal. Unos meses después, nuestro baúl de los recuerdos digital cuenta ya con alrededor de las 300 imágenes. La iniciativa, que tiene en el fomento del diálogo intergeneracional uno de sus principales objetivos, fue ya presentada a nuestros chicos y chicas en todos los institutos de secundaria del pueblo y ahora entra en una nueva fase: llegar a las y a los mayores, principales guardianes de nuestra memoria colectiva. 

Que el álbum digital de Carballo se engrose es posible gracias a todas aquellas personas que están sacando de los cajones sus fotos. Muchas de ellas se acercan al punto de recogida, en el Museo de Bergantiños. Otras optan por darse de alta en la plataforma digital y subirlas directamente a la web (www.carballonamemoria.com). Y, en ocasiones, incluso repiten. Las fotos, una vez digitalizadas, les son devueltas con copia digital incluida.

De las fotos de domingo a la vida cotidiana

Segando el trigo el el Pazo das Pallas. 1959. Foto aportada por Loli Hurtado de Mendoza

Como personas, y también como pueblo y como colectivo, somos en buena medida lo que de nosotros, lo que de nosotras, recordamos. Gracias a estas fotos podemos hacer docenas de viajes en el tiempo: de la mano de esas mujeres que posan en el Bosque en el siglo XIX, de ese soldado de la Guerra Civil  que mira erguido para la cámara, de esas jóvenes y chicos que juegan con la nieve en la emigración en Suiza, de esas calles por las que transitaban más personas que coches, de esas chavalas de los años 50 que cosechan el trigo o de ese mural anti OTAN pintado por la asociación ambiental Adega que nos lleva a los años 80…

Predominan, de momento, las fotos de domingo en el núcleo urbano. Fotógrafos de Carballo, de A Coruña o de Santiago venían en tiempos pasados a la feria y el domingo era pues el momento que la gente, con sus mejores galas, aprovechaba para fotografiarse. Las fotos les eran entregadas en la siguiente feria. Son imágenes muy bien documentadas, nos dicen Manolo Pan, de la empresa que gestiona el proyecto, Abertal, porque en ellas siempre aparece el nombre de quien la hizo y la fecha en que fue sacada. Uno de los objetivos, ahora, es conseguir más fotos del día a día, a través de las cuales podamos saber de los trabajos, de las costumbres, de los oficios, de la indumentaria de lo cotidiano y de la vida no sólo en el pueblo, sino también en el rural.

Involucrar a la cuarta generación

Alumnas de la escuela Leus. Alrededor de 1970

El diálogo entre generaciones, por veces tan difícil, es uno de los principales objetivos, y también de los logros, de este proyecto. La foto más exitosa hasta el momento ha sido la de un grupo de alumnas del Colegio Leus delante de la antigua cruz de los caídos en el jardín. Y lo fue por los comentarios suscitados no solo por estas jóvenes de los años 70, sino también por sus hijos e hijas, e incluso nietos.

El perfil de la gente que interacciona con el proyecto está entre los 25 y los 55 años. Queda ahora, nos recuerda Pan, involucrar a esa cuarta generación que es, probablemente, la que atesore recuerdos más valiosos. Entre las acciones que se desarrollarán próximamente para conseguirlo, han pensado llevar fotos antiguas a la feria y grabar a la gente evocando recuerdos de antaño. Compartidas, las fotos que hasta ahora agonizaban en cajones, no sólo recuperan nueva vida sino que nos ayudan a reconstruir nuestra memoria colectiva.

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